mayo 17, 2021

La regla de las tres R: la importancia de reducir, reutilizar y reciclar

by MaresmeCircular in El consorcio

  • Solo en un año, el Centro de Residuos del Maresme recibe más de 220.000 toneladas provenientes del contenedor gris. Una cantidad que es cinco veces superior al que realmente tendría que llegar a este.

  • Pasar de la economía lineal a la circular significa cambiar la manera que tenemos de producir y de consumir, poniendo en marcha acciones que alarguen el ciclo de vida de los productos.

El ritmo de vida actual y la evolución de nuestros hábitos de consumo como sociedad nos han llevado a generar cada vez más y más residuos. Productos congelados, en bolsas de plástico, en bandejas para poner las verduras, vidrios, brics individuales, latas y una larga lista de materiales que serán convertidos en rechazo forman parte de nuestro día a día. En las casas, en el trabajo, en la calle. En todas partes, a todas horas. ¿Hasta qué punto somos conscientes?

La manera como consumimos es clave para entender la cantidad de recursos que (mal) utilizamos. Recursos que no solo utilizamos en el momento de uso directo del producto, sino también en la manera como lo consumimos, pudiendo generar indirectamente una gran cantidad de residuos y emisiones.

Solo en un año, el Centro de Residuos del Maresme (que da servicio a un millón de personas) recibe más de 220.000 toneladas provenientes del contenedor gris. Una cantidad que quintuplica lo que realmente tendría que llegar a este contenedor. Y es que, en este, solo tendrían que tener cabida todos aquellos residuos que realmente no se podrán reciclar como por ejemplo colillas, pañales, ropa rota, artículos higiénicos, juguetes o cerámicas. Pero, ¿realmente se hace un uso correcto de este contenedor?

En cuanto a la recogida municipal de todos los residuos en el Maresme, donde tienen cabida la fracción resto, el vidrio, el papel, el cartón, los envases y la orgánica, cada persona genera en el día 1,55 kilos de residuos, dando lugar a una media anual de 565 kilos (¡solo por persona!).

 

Pero, ¿que pasa con el contenedor gris?

En el Centro de Residuos del Maresme llega toda la fracción resto de la Comarca del Maresme y del Vallès Oriental. Es decir, todo el que se deposita dentro de los contenedores grises de estas dos comarcas. El Centro cuenta con una nave de pretratamiento mecánico donde se recuperan todos los materiales susceptibles de ser reciclados de la fracción resto, complementando la tarea que se hace desde los hogares.

De todo el residuo que entra como fracción resto, es decir aquel que se ha depositado como rechazo, se recupera algo más de un 10%, formado por envases plásticos, metales, cartón y vidrio, entre otros. De este mismo total (que recordamos: son aproximadamente 220.000 toneladas anuales), un 35% se separa como materia orgánica para ser tratada mediante los procesos biológicos del mismo Centro. Finalmente, el 55% es la fracción rechazo que pasará a ser valorizada energéticamente. Esto quiere decir que aquel residuo que realmente no puede ser reciclado pasa a ser utilizado para generar energía que puede tener forma de vapor, electricidad o agua caliente.

Aunque desde las instalaciones del Maresme se lleva a cabo una gran tarea de recuperación de materiales, idealmente un centro así no tendría que recibir esta cantidad de residuos. Un reciclaje consciente y correcto por parte de las personas haría que toda la fracción resto que llegara al Centro no tuviera que pasar por toda la tarea previa de recuperación que se hace actualmente, con todo el despliegue que comporta.

El residuo como recurso

La gran acumulación de residuos, el aumento de la población mundial, la escasez de los recursos naturales, el incremento de la demanda de la materia prima o la misma crisis climática nos hacen plantear con urgencia la necesidad de un cambio de modelo. Pasar de la economía lineal a la circular. Y esto significa cambiar la manera que tenemos de producir y de consumir. Compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar, reciclar materiales; todo aquello que alargue el ciclo de vida de los productos.

La famosa regla de las tres erres nos da la base porque instauremos unos hábitos de consumo más conscientes.

La primera de las R, Reducir, nos invita a hacer un uso más responsable de todo aquello que usamos que nos lleve a disminuir la cantidad de rechazo que generamos. Recordamos: el mejor residuo es aquel que no se genera.

La segunda, Reutilizar, hace referencia a alargar la vida útil de los objetos. Es decir, asegurarnos, antes de echar cualquier objeto, que no le podemos dar una segunda vida útil.

La tercera y última R es la de Reciclar, que quiere decir separar aquellos residuos que ya no sirven, depositarlos al contenedor adecuado y que puedan volver al ciclo de producción.

 

¿Cómo podemos contribuir desde casa? Pequeños grandes cambios

Preocuparnos por los productos que compramos y hacer un consumo responsable y consciente es clave para ayudar a reducir nuestro impacto sobre el planeta y generar menos residuos. Así, cosas tan básicas como comprar productos a granel, que no hayan pasado por procesos previos, reutilizar los envases, comprar garrafas en lugar de botellas de litro y, en general, usar el mínimo de plásticos desechables, constituyen el inicio del cambio.

Al mismo tiempo, un acto tan cotidiano como ser conscientes de la necesidad de reciclar y separar bien todos aquellos residuos que no hemos podido prevenir es indispensable para devolver estos materiales al ciclo productivo y depender cada vez menos del uso de los recursos naturales.

Reciclar es, además, una manera de contribuir a la reducción del consumo energético y, por lo tanto, a generar menos CO₂, minimizando el preocupante efecto invernadero. Un hecho que, además, nos lleva a una disminución de la contaminación al aire, representando una mejor preservación del planeta y sus recursos.